martes, 22 de enero de 2008

EN EL CAMINO DE LOS PLANES DE DESARROLLO TERRITORIALES

Un amigo del Territorio Techotiva (hoy Ciudad Kennedy) reflexiona sobre la coyuntura que se nos viene por estos días: los Encuentros Ciudadanos y la definición de los Planes de Desarrollo locales y Distrital. Luís Eduardo nos introduce en el debate en torno al tan mentado "desarrollo" y plantea su relación con la organización social, la participación ciudadana y el sostenimiento del ambiente desde una perspectiva local, pero con un enfoque global.


Una reflexión acerca de una tarea del momento

La PARTICIPACIÓN la consideramos como un elemento fundamental de la acción política, en la cual se construyen colectivamente herramientas para solucionar problemas, ejercer derechos y asumir deberes.

Es decir que la PARTICIPACIÓN desborda el marco puramente normativo y, de hecho, desde hace unas décadas ha sido ejercida por diversos procesos organizativos a lo largo y ancho de la geografía nacional.

Ahora bien, la participación –esta en letra minúscula- se convirtió a partir de la promulgación de la Constitución del 91 en el caballito de batalla de los diversos gobernantes, y la Institución pretende con esta legitimar un modelo económico y un tipo de Estado que lo representa y de paso a los intereses de quienes poseen el poder tanto económico como político.

En la segunda mitad de la década de los ochenta se promulgaron leyes para estimular la descentralización del poder y fortalecer los Concejos y Municipios, a través de las Juntas Administradoras Locales (JAL) y de la elección popular de Alcaldes; años más adelante se establecen “…mecanismos y espacios y se crean los Encuentros Ciudadanos, dándoseles el nivel más amplio de la participación ciudadana”. En dichos encuentros la JAL y el Alcalde Local conciliarán con la comunidad el contenido básico del Plan de Desarrollo. La estocada final a este modelo de participación se remata con el Acuerdo 13 de 2000 del Concejo de Bogotá, el cual reglamenta la participación ciudadana en la elaboración, ejecución, seguimiento y evaluación del Plan de desarrollo Económico y Social para las diferentes localidades.

Esta participación emanada de los organismos oficiales es bastante limitada, pues la concepción que la ánima en lo que concierne al significado y papel de la llamada sociedad civil en la decisión de sus propios destinos no conlleva a cambios estructurales del poder establecido. La participación que se ha venido consolidando como característica principal tiene el tomar a la comunidad como depositaria de una serie de programas y proyectos trazados desde arriba, sin la ingerencia efectiva de esta, ni mucho menos teniendo en cuenta el respeto de la soberanía que el pueblo posee para darse sus propias respuestas y soluciones a los problemas que a diario le agobian.

Hacia una nueva cultura de la participación

La Participación Ciudadana no la debemos tomar como algo inherente a la naturaleza humana, o un aspecto instintivo de cada ciudadano. Ella es, y así lo creemos, un valor cultural que cuando se potencia y fortalece logra despertar la vocación de poder de los sectores sociales organizados. La participación ciudadana en este sentido nos debe conducir a construir realmente una democracia directa y participante, y para ello es necesario fortalecer el ejercicio dinámico de las comunidades en la construcción social de su territorio, posibilitando el encuentro entre los conocimientos científicos y ancestrales en un permanente encuentro y diálogo de saberes como herramienta que nos permita caracterizar e identificar el origen de los diferentes conflictos y entendiendo la participación como un elemento central en la solución de los mismos para el bien-estar de la vida de los pobladores.

El papel de la Institución en esta dinámica debe ser fundamentalmente coordinado e interinstitucional, además de brindar las diversas herramientas necesarias tanto en el plano de la información como en las necesidades propias del proceso social. Ese espectáculo lamentable que brinda hoy la institución con su arco iris de chaquetas, cada uno pensando y actuando en sus pequeños intereses de contratista y pretendiendo construir política pública, amen de llenar cuanto escenario de convocatoria se inventan, debe ser superado por una administración funcional y moderna puesta al servicio de los intereses de las comunidades, quienes en últimas somos quienes les damos razón de ser y existir.

Acerca del Plan de Desarrollo Local

Estamos ya inmersos en la “construcción” del Plan de Desarrollo Local, emanado de una u otra manera por la continuidad de un modelo de la anterior administración. Eso de por si le daría algunas ganancias a esta tarea, en la medida en que algunas líneas de política pública se afianzarían y posibilitarían echar a andar procesos sociales en torno a ellas, sobre todo y fundamentalmente en el plano social.

Por otro lado, y para buscar jugar un papel de una u otra manera más determinante, tendríamos que empezar a preguntarnos de qué tipo de desarrollo es que estamos hablando, y definitivamente muchos estamos convencidos que este modelo sustentado sobre la explotación y la miseria de la inmensa mayoría no es el que queremos. Es imprescindible avanzar hacia unas nuevas relaciones sociales, un nuevo modo de producción y hábitos de consumo, los cuales nos permitan construir un modelo de desarrollo sustentable.


Las comunidades debemos avanzar en procesos de autonomía económica que pasan por recuperar y ejercer dinámicas de cambio, intercambio y trueque desde y con los diversos productos que produzcamos. Aquí es invaluable avanzar en la producción de nuestros propios alimentos, a partir de la agricultura orgánica urbana en los escenarios que nos sean posibles.

Para pensarnos el llamado desarrollo es imprescindible a la vez re-conocernos en el territorio en que a diario construimos nuestros sueños y alegrías, y en él, descubrir todas las potencialidades, conflictos e intereses y los actores que juegan en el mismo.

En este sentido estamos invitando a todos quienes aun creemos que el futuro es posible, a que sumemos fuerzas y, para el caso puntual de la dinámica social a que estamos abocados, construyamos un documento para que sea incorporado al próximo Plan de Desarrollo del territorio local, documento que no solamente aporte en abrir el debate público sobre que tipo de “desarrollo” que queremos, sino que de hecho proponga elementos sobre él mismo, para que las comunidades que participemos en los próximos Encuentros Ciudadanos, no sigamos siendo convidados de piedra a un espectáculo que es montado desde y para los intereses de los dueños del poder.

La autonomía y el poder de las comunidades es un acto frente al cual no debemos ni pedir permiso ni esperar a ser convocados. Es una dinámica permanente de quienes aún creemos posible que la utopía y el sueño de justicia y libertad se construya en común unidad.

Les invitamos a sumarse al coro de los constructores del presente y el futuro, los caminos del territorio están amplios para quienes queramos transitarlos y reencontrarnos a diario en ellos.

Una mirada a nuestro territorio en la planeación y hacia un desarrollo

El territorio TECHOTIVA o Comarca de la Laguna Grande reconocido en las últimas décadas como Ciudad Kennedy, por su constitución geológica y ubicación geográfica albergó hasta hace apenas unos años una inmensa biodiversidad en sus ecosistemas de pantanos, lagunas, lagunetas y chucuas denominados últimamente como humedales, ecosistemas que por las dinámicas de poblamiento y urbanismo están al borde de la desaparición, afectando de paso la calidad de la vida en el territorio. El relleno y posterior urbanización sobre estos ecosistemas por parte de los negociantes de la necesidad de vivienda de los pobladores, aún es una constante en estos tiempos. Adicionalmente las prácticas culturales de la época han contribuido a considerar los diferentes escenarios del agua como vertedero de todo tipo de residuos, acelerando la degradación de esta inmensa riqueza de todos.

Existe un creciente deterioro del aire que respiramos, producido por el crecimiento de una pequeña y mediana industria, cada día más informal, además de las emisiones de la industria formal y un aumento del parque automotor, el cual se desplaza por una malla vial secundaria que en su inmensa mayoría esta en un pésimo estado, agradándole a esto los impactos causados por el sistema masivo de transporte, impactos que aún no han sido evaluados suficientemente y para nuestro territorio en particular pasaron por el arrasamiento de una de las mejores alamedas de la ciudad y su sustitución por moles de cemento y plástico. El espectáculo que significa esta parte media baja de la sabana cubierto por una “campana de basura” que es la que respiramos todos los días quienes compartimos estos territorios, nos deja ver las consecuencias del problema y a la vez nos indica la gravedad de la crisis ambiental en la que estamos sumidos y a la cual todos contribuimos.

Capítulo aparte merecen dos temas que son vitales en cuanto al mantenimiento de la vida en el territorio:

* La escasa cobertura vegetal que posee el territorio, a pesar que el Jardín Botánico de Bogotá nos cataloga como una de las localidades con más árboles por habitante y los que existen cada día más arrinconados por el modelo de ciudad de cemento y ladrillo, y

* El manejo de las basuras producido por más de un millón y medio de habitantes, basuras que contribuyen a hacer insostenible a mediano plazo este problema en el conjunto de la ciudad.

Estos aspectos y muchos otros que se quedan entre el tintero, son los que determinan la crisis ambiental y social en el territorio local y regional, y son los que de acuerdo al enfoque y análisis político determinarán las líneas de acción a seguir en un ejercicio sostenido en el tiempo, en lo que nos corresponde en la tarea de aportar en la construcción de la Política Pública Ambiental.

Sobre la coyuntura


Progresivamente se ha ido generando una conciencia frente a la crisis ambiental de la ciudad y la región, y desde diversos sectores se empiezan a hacer llamados para avanzar en acciones concretas que permitan superar esta crisis. Herramientas como la Política de Humedales para el distrito, ha permitido avanzar en diseñar los planes de manejo de los mismos, que aunque no siempre llenan las expectativas de las comunidades, son un primer paso en la recuperación de estos ecosistemas. Los Planes de Ordenamiento de las Cuencas de los ríos Tunjuelo, Fucha y Bogotá ponen en el debate público el manejo y ordenamiento de estos territorios, sobre la base de las necesidades e intereses de los grupos poblacionales que tradicionalmente han estado allí de una u otra manera modelando los territorios.

Es tarea imperiosa e inmediata iniciar una política seria y estructural frente a la construcción de una malla verde que recupere la calidad del aire y contribuya a mantener los ecosistemas en pro de la vida en el territorio.

Avanzar en la reorientación de una cultura ambiental que implemente acciones puntuales de NO contaminación y descontaminación, a partir de reorientar los diversos residuos generados en las relaciones sociales cotidianas.

Algunos aportes al qué hacer

Entre otros aspectos a tener en cuenta en la actual coyuntura sugiero que se tengan en cuenta los siguientes:

1. Propender por el fortalecimiento de las organizaciones sociales cuya agenda se oriente a entender y aportar en la recuperación del ecosistema planetario como el escenario común de la vida en todas sus manifestaciones. Dicho sector debe apuntar a convertirse en la punta de lanza para la reorientación y construcción de una nueva cultura ambiental.

2. Darle un nuevo significado y práctica al ejercicio de la llamada participación, y avanzar desde los sectores sociales organizados en asumir la participación como una practica política con poder en la toma de decisiones de su presente y futuro.

3. Sobre la base de una agenda ambiental realmente seria y estructurada para el territorio, la cual debe no solamente interpretar la crisis ambiental en la que estamos sumidos, sino determinar el papel y las responsabilidades de los diferentes actores (particulares e institucionales) en la solución de la crisis. Esta agenda debe estar profundamente anclada en el Plan de Desarrollo del territorio, y la misma debe contribuir en el ordenamiento del territorio sobre la base de las necesidades e intereses de los diversos sectores sociales.


Desde el territorio TECHOTIVA.
LUIS EDUARDO TIBOCHE S.
letiboche@gmail.com

Bogotá, 18 de Enero de 2008.

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Bogotá, Cundinamarca, Colombia
Proyecto CEIS - Colectivo de Estudios e Investigación Social- se inscribe en las lógicas de la organización social de carácter popular, asumiendo una postura crítica frente a su contexto político, económico y sociocultural. En Proyecto CEIS confluyen experiencias de gestoras y gestores sociales que han desarrollado trabajo comunitario por más de 10 años, y sintetiza una posibilidad de acción colectiva dirigida hacia la reflexión, orientación y consolidación de poder popular. En el camino los gestores de Proyecto CEIS han sido investigadores, defensores de derechos humanos, docentes, animadores de procesos de fortalecimiento de lo público, facilitadores en procesos de formación, promotores socioculturales, entre otras actividades propias del trabajo social comunitario. Contactos en: proyecto.ceis@gmail.com