martes, 13 de enero de 2009

La radio y los desplazados en Colombia

Por: Alma Montoya
Una Ley moderna y actualizada como muestra de una democratización de las comunicaciones

En medio de este contexto, Colombia tiene por ley una emisora de carácter comunitario por cada municipio, de cobertura local (una potencia entre 200 / 250 Wats), conocida como EMISORAS COMUNITARIAS. En el momento existen en el aire unas 600 emisoras de las cuales 300 están al día con papeles y con el cumplimiento de los requisitos del Ministerio de Comunicaciones. La proyección está en 1.170 emisoras comunitarias, una para cada municipio y quizás más de dos para las ciudades capitales.

Ahora bien, aunque las emisoras comunitarias son para las organizaciones sociales y comunitarias no todas se encuentran en manos de grupos y organizaciones de carácter social. De las 557 adjudicaciones realizadas por el Estado entre los años /95-96, se registra la siguiente información:

El 15 % han quedado en manos de politiqueros/abogados
45% personas que vienen de las emisoras comerciales
35 % en manos de las iglesia católica – párrocos/Diocésis
5% sólo están en organizaciones y grupos sociales diversos.

Además de las EMISORAS COMUNITARIAS, existen las EMISORAS DE INTERES PUBLICO que tienen potencia de 1.000 a 5.000 Wats para comunidades étnicas (indígenas, afrodescendientes, gitanos, culturales, universitarias, de la policía y del ejército entre otras, y por supuesto las EMISORAS PRIVADAS Y COMERCIALES sin restricción de potencia y cobertura.
Cualquier país del continente envidiaría una legislación aparentemente tan complaciente y democrática, ¿como podemos entender esto en un país que vive un conflicto de intolerancia de más de 50 años?

El papel que cumplen las RADIOS COMUNITARIAS

El papel que cumplen las RADIOS COMUNITARIAS en Colombia en todo este drama del desplazamiento es muy diverso y depende de la zona, departamento o región donde están ubicadas y también depende en manos de quiénes están estas emisoras. Por las estadísticas presentadas anteriormente, cabe aclarar que algunas se encuentran en manos de personas involucradas en el conflicto como apoyo a grupos paramilitares y un buen número de emisoras realmente comunitarias no cuentan con licencia del Ministerio de Comunicaciones.

A pesar de todo lo anterior podemos contar con varias experiencias exitosas de solidaridad, humanismo, emisoras sensibles a la vivencia de la comunidad en general, emisoras que han vivido en carne propia el desplazamiento, la persecución y asesinato de algunos de sus miembros, directores y fundadores.

a. Emisoras cercanas y solidarias

Emisoras que están al lado de las comunidades, de los pueblos, ayudando a encontrar sus familiares, vecinos y amigos, que acompañan su dolor pero también emisoras empeñadas en proyectos de emergencia y desarrollo, unidas a ONGs y organizaciones sociales.Son miles los casos en que gracias a la emisoras los padres de familia han encontrado a sus hijos y viceversa, o por lo menos saben en qué estado se encuentran o, sencillamente, mandan los saludos y las palabras de aliento para los secuestrados.

Emisoras solidarias donde se empeñan en actividades de apoyo económico a familias que han quedado sin nada o que muchas veces hacen las colectas para enterrar algún vecino que por miedo nadie se atreve a recoger o reconocer su cuerpo, emisoras que caminan con la gente, alientan y brindan esperanzas en medio del dolor y celebran los encuentros y la vida.

b. Espacios de Participación y pluralismo

Las emisoras comunitarias en Colombia han ido descubriendo poco a poco que son espacios públicos y ciudadanos donde todos pueden participar, donde todos deben participar sin importar la raza, el color, la lengua, la edad y sus opciones, son espacios para todos, porque todos caben en el dial, porque es un medio desde, con y para ellos, para encontrarse consigo mismos y sus comunidades.

Por esto cada vez se implementan programas, espacios diversos según los intereses de los distintos grupos sociales, religiosos, generacionales de la comunidad,. Hay un camino, aunque pequeño, hacia la tolerancia, al saber que lo que nos hace ricos es la diversidad.

c. Emisoras que anuncian y denuncian

Emisoras que aprenden a sobrevivir y convivir con el conflicto, emisoras que se comprometen en proyectos de desarrollo donde están implicados los distintos sectores y grupos de las comunidad. Emisoras propositivas que anuncian planes, proyectos y trabajos en beneficio de todos, que aunque han perdido algunos de sus miembros siguen adelante prestando el servicio de información y comunicación de la comunidad y de ésta con la región.Son miles las actividades que se inventan en las emisoras para salir adelante a pesar de las dificultades y que con su actitud denuncian una resistencia pacífica a no dejarse callar a pesar de las amenazas, muertes y desplazamiento de algunos de sus miembros, a pesar que algunos grupos les decomisen su transmisor o les vuelan sus antenas o las utilicen para mandar consignas.

d. Emisoras que defienden la vida y se resisten a la violencia

Emisoras que colaboran con la construcción de una convivencia democrática, donde no se excluya a ninguno donde la justicia y la defensa de la vida son los valores vigentes. Ya contamos con varias emisoras comunitarias que han perdido sus directores, productores, locutores animadores, pero que siguen en el aire donde los jóvenes han recibido, como herencia, el sueño de ser comunicador como la mejor herencia de su padre.Emisoras que proclaman la esperanza y la posibilidad de una civilización del amor, la defensa de los derechos humanos, del derecho Internacional humanitario, que educan y rechazan sobre la multiplicidad de minas antipersonales, reclutación de jóvenes, de la limpieza social o de muerte a los indigentes.

e. Sembradoras de esperanza

Emisoras que, a diario, según las palabras y la alegre música colombiana y caribeña, alegran y alientan la esperanza de que otra América es posible, que otra Colombia sin duda será distinta y posible si nos empeñamos todos.

Emisoras que tienen programas de humor, de cuentos, de chistes, de música, donde se reclama los derechos y se expresa el anhelo de la paz pero también trovas y rimas que denuncian la corrupción y exigen justicia porque sin ella no puede haber paz.Emisoras que alimentan la esperanza de pueblos, niños, jóvenes, mujeres y adultos mayores que no se cansan de pensar que algún día todo será distinto y mejor, porque Colombia es un país de utopías y esperanzas que confía en su gente y en la solidaridad de sus amigos del mundo entero.

Para leer documento completo diríjase a:
http://www.wacc-al.net/wacc-SeminarioMigrantes/panel/montoya.htm

Emisoras comunitarias

Por: Alfredo Molano Bravo Publicación: El Espectador

Con algunas muy pocas excepciones, la radio en Colombia está monopolizada por la mediocridad y por los intereses privados.

Al ciudadano se le arrincona con programas de mal gusto, violentos, redundantes que cumplen una función perversa: disfrazar los males que nos aquejan, trasformar un país real en un país formal. En las zonas rurales y en la provincia la cuestión es grave. Hay un par de emisoras en FM que suelen ser propiedad de los caciques del pueblo y que se financian con pauta de los comerciantes grandes, las entidades del Estado o las empresas agropecuarias. Las emisoras de AM no entran en esas zonas o sólo en la madrugada y al atardecer.

En algunas partes se puede oír, si se tiene suerte, la emisora comunitaria local. El vacío lo llena una de las 32 emisoras de las Fuerzas Armadas, financiadas con nuestros impuestos para trasmitir comunicados castrenses, entrevistas a los altos mandos y boletines de prensa que destacan ante todo los famosos “positivos”. Los generales opinan sobre todo lo divino y lo humano con un lenguaje guerrerista y politiquero que a veces —y muchas veces— desconoce la norma constitucional que les impide ser deliberantes. También transmiten la música popular que suele escoger un subalterno y que, bien oída, es un mensaje cifrado destinado a sus novias. Los himnos bélicos no son raros: Barras y Estrellas, por ejemplo, se oye con una regularidad insoportable. No abundan estas emisoras en noticias nacionales e internacionales distintas a las que son redactadas en las casernas. Total, cero.

En las ciudades, la cosa no mejora. Tres o cuatro radionoticieros, cada vez más llenos de concursos, participación selectiva de oyentes y comentarios asépticos, ocupan el centro del dial tanto en FM como en AM. Hay que abonarles a las universidades Javeriana, Jorge Tadeo Lozano, Distrital y Nacional el oxígeno que emiten por sus ondas.

Pero si uno se sale de estos espacios, el panorama es desolador: las sectas religiosas compiten con los curanderos a brazo partido; los movimientos religiosos rivalizan con la medicina verde. Los hermanos, las hermandades, las cofradías venden remedios para entrar en la vida eterna, números garantizados de chance y lotería, ungüentos para la vena várice, las almorranas y la flojera sexual. La Virgen María, Jesucristo, san Exitol y medio santoral respaldan las apocalípticas fórmulas que publicitan los programas de pirámides, cristales y grasas de culebra. El Ministerio de Comunicaciones se hace el sordo en estas materias. Permite todo, menos la verdadera libertad de expresión al restringir de manera arbitraria el acceso de emisoras comunitarias urbanas al llamado espectro electromagnético.

El caso más patético es el de la capital de la República. Desde hace una década, asociaciones de radio comunitarias han venido pidiendo al Ministerio de Comunicaciones que abra licitaciones para el otorgamiento de licencias de funcionamiento para emisoras comunitarias en Bogotá. La respuesta ha sido siempre la misma: faltan papeles, faltan sellos, faltan diligencias, la coma está mal puesta, los dos puntos son equívocos, el representante legal no usaba corbata al momento de presentarse ante la autoridad competente; y la más socorrida: sobreoferta de emisoras no comunitarias en el Distrito Capital.

De tribunal en tribunal, de consejo en consejo, las asociaciones han recorrido un calvario, hasta que interpusieron una tutela ante la Corte Constitucional, que falló el 15 de julio pasado (2007), ordenándole al Gobierno “responder de fondo y con seriedad” la solicitud de las asociaciones (Sentencia T 460). Establece la corte un hecho fundamental: el monopolio del espacio electromagnético por parte del Estado no puede convertirse en una forma de censura y amordazamiento de la libertad de expresión. Si bien la sentencia se refiere a Bogotá, establece jurisprudencia nacional.

No obstante la nitidez del fallo, el Ministerio continúa en el plan de impedir que las comunidades de Bogotá tengan su propia emisora, repitiendo con desfachatez los mismos argumentos que durante 15 años ha expuesto y que hoy, después del pronunciamiento de la Corte, son una burla más del Gobierno a los mecanismos democráticos. A la Corte Constitucional no se le puede pasar por el fondillo así como así. El Gobierno le teme al pluralismo informativo y a la crítica ciudadana. Razones no le faltan: tiene mucho que esconder.

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Bogotá, Cundinamarca, Colombia
Proyecto CEIS - Colectivo de Estudios e Investigación Social- se inscribe en las lógicas de la organización social de carácter popular, asumiendo una postura crítica frente a su contexto político, económico y sociocultural. En Proyecto CEIS confluyen experiencias de gestoras y gestores sociales que han desarrollado trabajo comunitario por más de 10 años, y sintetiza una posibilidad de acción colectiva dirigida hacia la reflexión, orientación y consolidación de poder popular. En el camino los gestores de Proyecto CEIS han sido investigadores, defensores de derechos humanos, docentes, animadores de procesos de fortalecimiento de lo público, facilitadores en procesos de formación, promotores socioculturales, entre otras actividades propias del trabajo social comunitario. Contactos en: proyecto.ceis@gmail.com