martes, 27 de noviembre de 2007

Comunicación para unos o comunicación para todos


La comunicación como una posibilidad política y organizativa


Existen dos tipos de comunicación que expresan no sólo la manera como nos relacionamos entre sujetos sino también, y sobre todo, la forma como concebimos el mundo, los procesos sociales y a los otros.


Si entendemos al otro con el que “nos comunicamos” como una persona que sólo recibe nuestros mensajes pero que no tiene la posibilidad de expresar lo que piensa con respecto a aquello que le planteamos, estaríamos hablando de un tipo de comunicación que concibe a las personas como seres pasivos, como objetos de la comunicación y, por ende, estaríamos hablando de una comunicación tradicionalista, vertical y hasta conductista si se quiere. Es más, podríamos decir incluso que este tipo de relación no debe ser concebida como comunicación. Quizá como un proceso de transmisión de datos, pero no como comunicación propiamente dicha en la que, como se ha señalado, el diálogo entre interlocutores de primordial.


Al respecto un compañero observó que “algunos medios locales han sido autistas, no han querido escuchar críticas, mucho menos hacer autocrítica. No se hace evaluación del trabajo, no se indaga si estamos mirando mal los procesos. Muy pocas veces yo ha visto que discuta si se está investigando bien o mal; es más, muy poco se habla de investigación, por lo que en muchos casos se ha desinformado, así no lo queramos reconocer. Por eso es importante que el medio no se considere como un salvador ni asuma responsabilidades que no le competen. El medio es eso, un medio, y no un fin. Y por eso el medio alternativo trabaja con la comunidad, no para la comunidad.”


Generamos un monólogo y no un proceso de comunicación. Nos hablamos a nosotros mismos; definimos qué se publica y qué no, quién publica y quién no, cómo se publica y en qué lugar, como si supiéramos qué es lo que necesitan saber nuestras comunidades, sin preguntarles a ellas, sin vincularlas al proceso. Terminamos haciendo aquello que tanto criticamos: no participamos a la gente en las discusiones y mucho menos en las decisiones que se toman en nuestro medio.


Unos dirán que es muy complicado poner de acuerdo a la gente, y con ello les negamos la oportunidad de participar. Otros expresarán que la gente no participa, que la gran mayoría es indiferente a lo que pasa en la sociedad y con los medios comunitarios de comunicación y por eso, sin mayores análisis sobre el por qué de la indiferencia de sus vecinos, realizan y publican cada mes su trabajo. Algunos otros señalarán que la gente es ignorante, inculta, inexperta, alfabetos funcionales y que precisamente su función está en educarlos, no en hacerlos partícipes de los procesos y hasta piensan que pueden convertir a sus audiencias en menores de edad, seres incapaces de tomar decisiones por ellos mismos frente a los mensajes que se les proponen.


Así, algunos de nuestros comunicadores conciben a sus comunidades única y exclusivamente como destinatarias de los medios (que también lo son), pero muy pocas veces como partícipes de la creación y construcción de los mismos. No pensamos en nuestros vecinos como sujetos aportantes y deliberantes en los procesos, y bajo este pensamiento nuestras comunidades adquieren una condición no son autoras sino lectoras en el proceso de la comunicación comunitaria.


“Lo importante es no autodenominarse alternativo cuando se está haciendo lo mismo que hacen los medios masivos –señala uno de los compañeros participantes-. Somos alternativos es precisamente para presentar opciones, y yo pregunto: ¿cuáles son las opciones que estamos proponiendo? Nos estamos enfocando en los problemas, que es necesario, pero no estamos pensando en aportar algo nuevo, y en esa medida pareciera que no tenemos claro cómo los medios alternativos tiene que ver o se vinculan con los procesos organizativos locales. Lo que es claro, en este momento en que se piensa la Red, es que se necesita la articulación social.”


Y tal vez por esto no todas las veces encontramos en el periódico del barrio, en la emisora o en el canal comunitarios contenidos que hablen de la gente y, por lo tanto, con la gente. Se habla de la calle, del problema de los servicios públicos, de la mala gestión de la administración local, de la corrupción, del problema ambiental, de la falta de espacios para los jóvenes, pero casi nunca se le pone nombre propio al tema o al problema.


Terminamos señalando problemas y tratando temas que sólo se relacionan con la gente de manera lejana. No hay historias de vida, reportajes, entrevistas; solo problemas que tienen que ver con la gente en la medida en que la gente está ahí, sufriéndolos; la persona es casi una excusa que justifica la producción, un objeto consumidor del medio, no constructor ni participante del mismo. Se considera que lo importante es el problema y no la gente que lo padece, o los responsables que lo generan.


Pero existe otra forma de concebir la comunicación. Hablaríamos de una comunicación que propone un diálogo con el otro, que lo incluye, que lo consulta, que lo salva del silencio y lo reconoce como sujeto de la historia. Este es un tipo de comunicación que no sólo se interesa por el tema o problema a tratar, sino también y sobre todo por la persona o grupo de personas involucradas.


A este tipo de comunicación se le ha llamado dialógica, término que significa diálogo, reconocimiento del otro, participación e interacción como iguales, construcción colectiva, y permite, como lo señalaba un compañero de la Red de Comunicación de la localidad de San Cristóbal, la construcción de un nosotros, la actitud de pensar en el otro y con el otro.

Un comunicador comunitario que trabaje en esta línea entra en diálogo con su comunidad, la consulta en la búsqueda de problemas y en la proposición de soluciones a las mismas. Un comunicador que dialoga con sus vecinos es un comunicador que escucha antes de hablar, que decide en conjunto los temas a publicar, los enfoques sobre los cuales presentar una información, los lenguajes a utilizar.


Este tipo de comunicador, que asume en su trabajo el diálogo como premisa, se interesa más por conocer lo que pueden decir sus vecinos que por expresar lo que él mismo piensa sobre los temas o problemas que trata. Intenta identificar y representar a su comunidad en el medio, por encima de identificarse y representarse él. Este comunicador es un facilitador de procesos, es una persona que promueve, desde su medio de comunicación comunitario, la reflexión crítica; pone en común información que ha sido debatida con la gente, construida con la gente. Este comunicador popular, como lo señala el siguiente testimonio de un compañero de la Red, es una persona particular, con una sensibilidad social especial:


Interactuando con los jóvenes estudiantes que tienen sus emisoras escolares me doy cuenta de una cosa que ellos tienen clara: así como estos muchachos tienen claro que una emisora escolar es mucho más que colocar música, nosotros (los otros medios comunitarios) tenemos que darnos cuenta de que hacer comunicación popular es mucho más que publicar temas por publicarlos, por sacar un periódico o por cubrir un espacio en el canal. Hay que pensar estrategias en este sentido, sobre todo en términos de articulación y de cooperación entre los colegios y otras organizaciones.Mientras trabaja la próxima edición de un periódico, la realización de un programa de radio, la producción de un video o la actualización de la página Web; mientras se piensa el próximo video o radio foro, el siguiente conversatorio o el primer mural, el comunicador popular imagina con la gente modos diferentes de expresión, formas distintas de comunicación y, a su vez, escenarios diversos e incluyentes para la organización y la participación de su comunidad.

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Bogotá, Cundinamarca, Colombia
Proyecto CEIS - Colectivo de Estudios e Investigación Social- se inscribe en las lógicas de la organización social de carácter popular, asumiendo una postura crítica frente a su contexto político, económico y sociocultural. En Proyecto CEIS confluyen experiencias de gestoras y gestores sociales que han desarrollado trabajo comunitario por más de 10 años, y sintetiza una posibilidad de acción colectiva dirigida hacia la reflexión, orientación y consolidación de poder popular. En el camino los gestores de Proyecto CEIS han sido investigadores, defensores de derechos humanos, docentes, animadores de procesos de fortalecimiento de lo público, facilitadores en procesos de formación, promotores socioculturales, entre otras actividades propias del trabajo social comunitario. Contactos en: proyecto.ceis@gmail.com