jueves, 21 de febrero de 2008

EL 4 DE FEBRERO NO ME MOVERÁN

En medio de uribismos y unanimismos, que al final son la misma cosa, resurgen las voces discordantes, las disidencias y las resistencias. En un país en el que la oposición armada viene perdiendo toda su legitimidad y la oposición democrática es permanentemente criminalizada, buenas son estas voces que poponen miradas diferentes a las realidades de un país que se ha construido más en las calles que en las pantallas de televisión, en las páginas de los periódicos o en los micrófonos de los grandes monopolios informativos en los que se han convertido las cadenas radiales, así estos medios nos digan todos los días lo contrario.
Recordamos que la marcha del 4 de febrero de 2008 no es la única que se ha realizado en el país (por estas latitudes nos movemos de manera permenente, o si no preguntémosle a los 4 millones de desplazados que nos encargamos de ocultar todos los días), así como no es la única que han promovido los medios masivos de información con los fines que ya conocemos: fragmentar el movimiento social desde la desinformación y el desenfoque de los contextos sobre los cuales se incriben los acontecimientos, desplazar las discusiones de los problemas nacionales al espacio de las telenovelas y los realitis, construir realidades a medias en los espacios informativos, etc...
Bienvenidos, entonces, documentos como el que se expone a continuación, ya que con ellos ampliamos el debate (nuestro debate, no el de ellos) sobre nuestras realidades (no las de ellos), para entrar a reformular los modos como se viene construyendo este nuestro país desde las instancias del poder político y económico.

Carlos Alberto Jiménez H.

Corporación Comunicar

Creo que deberíamos ser hombres primero y ciu­dadanos después.
La única obligación que tengo derecho a asumir es la de hacer en cada momento lo que crea justo.
Thoreau

Por estos días, y por estos lares, se oye y se lee acerca de la marcha del 4 de febrero. Unos que sí, otros que no; que quién sabe, que hay que pensarlo muy bien.

Bueno, en lo que respecta a mí, ese día no me moverán.

Medios-gobierno, una alianza estratégica

Hace mucho se ha oído que, en tiempos de guerra, la primera víctima es la verdad. Lo que equivale a decir que la tarea del periodista tiende a ser la de desinformar, de acuerdo a los intereses de cada uno de los bandos. Así se cae en el lugar común de que, en consecuencia, los medios manipulan.

Bueno, vayamos aclarando. Afirmar y reafirmar que los medios manipulan es equivalente a eso de “fuerzas oscuras quieren imponer la violencia en el país”, o “la opinión pública cree que…”. Y así, sucesivamente. Maneras etéreas y gaseosas con las que nos han contagiado.

Condiciones creadas para evadir nombres propios. Ese es el objetivo: evitar ser señalado, en carne y hueso. Preferible echarle la culpa a los medios y no señalar a Ardila Lulle, a Santodomingo, a la familia Santos. Mejor hablar del grupo Prisa, de Planeta.

Los medios no manipulan. Hay empresas comerciales de información como RCN y Caracol cuyos propietarios consideran tales maneras radiales y televisivas. Son nombres propios que, a través de los medios, manipulan y desinforman, y desinforman sistemáticamente en este país donde sistemáticamente la guerra ha estado presente, vestida de una u otra manera. Son empresas dedicadas a la desinformación que, dada la alianza estratégica con el gobierno de turno, se convierten en el brazo propagandístico del establecimiento.

Repetir, repetir y repetir que los “bandidos, terroristas y narcotraficantes” son los generadores de la violencia es desconocer la violencia estatal, no sólo por bombardear poblaciones, por ejemplo, sino por no cumplir obligaciones constitucionales, por insistir en ese modelo neoliberal.

Nosotros, radioyentes, televidentes, lectores de prensa o cibernautas hemos tenido la sesgada oportunidad de conocer el país desde uno de los bandos de guerra: el respectivo gobierno de turno. Excepcionalmente el del grupo insurgente, que también aspirará a manipular los datos, los hechos y la información. Como se hace en tiempos de guerra. Como se hace en este país.

Incluso, con respecto a temas de interés nacional, con dificultad sabemos del pensamiento del no uribista, del indígena, del campesino, del líder sindical, del negro, del marginado.

El 4 de febrero en la noche y el 5 imagino titulares en los medios como “No rotundo a la violencia”; “Espaldarazo masivo a Uribe y rechazo a las FARC”; “Exitosa marcha por la democracia”. Algo así.

Sospecho que mediáticamente será argumentado con entrevistas a marchantes, todos a favor de la paz, muchos uribistas; imagino planos generales y panorámicas que “evidencian el rechazo de los colombianos a la guerrilla”; presumo imágenes que reafirmarán el supuesto unanimismo y también otras, primeros planos de pancartas de la otra orilla que justificará el discurso de la diversidad de la participación ciudadana.

Los medios orquestarán para que Uribe, su socio estratégico, sea asociado con la paz, con la marcha; “con las legítimas aspiraciones del pueblo colombiano”. Los medios son expertos en maquillar. Pedazos de imágenes y segmentos de testimonios que pondrán a circular para este país fragmentado.

Breve recorderis

Si a usted se le ha ocurrido asistir a esa marcha; si usted quiere aceptar el llamado e invitación de la alianza estratégica gobierno-medios masivos comerciales de información, solo le pido que recuerde cosas como:

· el número de desplazados en nuestro país llega ya, mal contados, a 3 millones 500 mil personas;
· con Brasil, somos los países con las diferencias sociales más profundas en Latinoamérica, la región socialmente más inequitativa en el mundo;
· millones de hectáreas le han sido arrebatas a los campesinos por parte de paramilitares;
· el norte de la Casa de Nariño es Washington. Es Bush. Nadie más. Lo demás es pantalla y relaciones públicas.
Ahora, en términos mediáticos, tenga en cuenta:

· entidades como RCN, Caracol, El Tiempo, City TV son empresas comerciales, cuyo ánimo esencial es el lucro económico, y cuyo material de trabajo es la información, un bien público;

· la objetividad como tal no existe. Las formas y contenidos de los medios están permeados por su subjetividad, por su carácter comercial y por su alianza estratégica con el gobierno;

· el formato televisivo no da para explicar, para reflexionar. No es viable. La televisión existe para informar en términos emocionales, no racionales. Como diría Ramonet, el país es espectacularizado, no explicado;

· los noticieros de televisión dramatizan, ponen en escena, utilizan efectos sonoros, manipulan con la cámara, exageran, omiten. Utilizan maneras de director de cine, de artista, para informar. Así, equivale a decir que también desinforman;

· el hecho de que lo muestre la televisión no quiere decir que sea cierto. Es como si se aceptara que todo lo que se oye es cierto; por tanto, tampoco necesariamente lo que dice la primera página del periódico es verdad ni lo que nos transmita la W. No todo es cierto. Ejemplo patético: ¡los falsos positivos! (A propósito del señor de los falsos positivos, y dadas sus particulares lógicas, no sería raro que este señor hablara de aquí a un tiempo –a propósito de los millones de hectáreas de tierra robadas a nuestros campesinos- de que fue el gestor de la única reforma agraria que ha conocido el país);

· nosotros no somos ciudadanos lectores, radioyentes o televidentes. Somos potenciales consumidores de los que disponen los medios comerciales de información por los que estos medios le cobran a los anunciantes. Entre más seamos, más cobran por una pauta publicitaria;

· con frecuencia, el periodista pasa a ser un periférico más del computador en el que trabaja; con frecuencia, los noticieros televisivo manejan fórmulas como éstas: “Pepito, el presidente de Pepilandia, fue muerto de un pepinazo”. Y ya. (Quién era Pepito, cómo llegó al poder, quiénes lo asesinaron, a quiénes pudo favorecer su asesinato, quién le sucederá, etcéteras, son preguntas que quedan sin responder.);

· a modo de cierre. En 2003, la edición europea de la revista Time preguntó a sus lectores de internet: “¿Qué país representa un peligro mayor para la paz del mundo?”, más de 300 mil personas votaron: un 7 por ciento de ellas dijo que Corea del Norte; un 8 por ciento, Irak, y un 84 por ciento afirmó que Estados Unidos (Oh Alá alguien serio en nuestro país hiciera la misma pregunta, teniendo como referentes gran variedad de nuestros dirigentes nacionales: “¿Cuál cree usted que sea la persona que representa el mayor peligro para la paz en Colombia?” Apostaría a que personajes como Uribe, Santos, Marulanda, Mancuso… destacarán).

A mí el 4 de febrero no me moverán, como algunas empresas sí esperan mover a sus empleados y otras entidades estatales a sus funcionarios para que hagan parte del show. Yo no quiero hacer parte del show.

A mí el 4 de febrero no me moverán porque nada quiero tener que ver, ni por equivocación, con el señor reelegido. Porque el señor reelegido, el más mediático de los presidentes, sabe cómo capitalizar y pescar en río revuelto. Porque no quiero sumarme a muchos ciudadanos que lo harán de corazón, con la total sinceridad, pero sin calcular los dividendos políticos que por su acción otros, pescando en río revuelto, se apropiarán.

· Cuenten conmigo cuando haya que marchar por los millones de desplazados y por los secuestrados;
· cuenten conmigo para hacerle las preguntas pertinentes a este Estado, terrorista social, político, tributario, cultural;
· cuenten conmigo para pedir cuentas a los paramilitares y guerrilleros;
· cuenten conmigo para construir, en memoria y respeto a los ausentes;
· cuenten conmigo para acciones de resistencia civil, de noviolencia activa, de no elevidencia activa;
· cuenten conmigo para la paz y por el reconocimiento, por igual y para todos, ciudadanos y ciudadanas de Colombia.
A mí el 4 de febrero no me moverán. Ese día, en memoria de Pardo Leal, de Pizarro Leongómez, de Luís Carlos Galán, de Bernardo Jaramillo y miles de ciudadanos más, por quienes nunca el Estado convocó a una marcha masiva, no me moverán. Ese día, al Establecimiento le haré pistola.
*Imágen tomada de "El espacio de lubrio": www.lubrio.blogspot.com

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Bogotá, Cundinamarca, Colombia
Proyecto CEIS - Colectivo de Estudios e Investigación Social- se inscribe en las lógicas de la organización social de carácter popular, asumiendo una postura crítica frente a su contexto político, económico y sociocultural. En Proyecto CEIS confluyen experiencias de gestoras y gestores sociales que han desarrollado trabajo comunitario por más de 10 años, y sintetiza una posibilidad de acción colectiva dirigida hacia la reflexión, orientación y consolidación de poder popular. En el camino los gestores de Proyecto CEIS han sido investigadores, defensores de derechos humanos, docentes, animadores de procesos de fortalecimiento de lo público, facilitadores en procesos de formación, promotores socioculturales, entre otras actividades propias del trabajo social comunitario. Contactos en: proyecto.ceis@gmail.com